Por: Dr. Jaime Pizarro, Director del Departamento de Ingeniería Ambiental.
Finalizó la COP 25 con decepcionantes resultados. Su objetivo era promover acuerdos para limitar la emisión de gases de efecto invernadero y el establecimiento de reglas para el mercado de carbono. Sin embargo, faltó ambición y convicción para avanzar en la instalación de nuevas bases que permitan, en un futuro cercano, avanzar en el rediseño de un desarrollo industrial orientado a disminuir el uso intensivo de combustibles fósiles y así lograr la descarbonización de la economía. Si esto no ocurre, no habrá nada que impida alcanzar, en las próximas décadas, un incremento de temperatura global en 1,5°C lo que puede, por ejemplo, hacer irreversible que grandes masas de hielos se derritan en las zonas extremas del planeta, junto con el aumento de la velocidad del derretimiento de glaciares y la grave afectación a la biodiversidad.
Una reunión internacional, con la complejidad de la COP 25, requería del país organizador –Chile- una gran inversión de talento y capacidad negociadora que estuvo ausente. A pesar de lo anterior, la fuerza que ha venido adquiriendo la comunidad científica y los movimientos sociales y ecologistas presionaron,y lo seguirán haciendo, para lograr en el futuro acuerdos que, esperamos, permitan mitigar daños irreparables a la estabilidad ambiental del planeta.
El frustrante resultado de la COP25 contrasta con la necesidad de tomar decisiones urgentes en cuanto a limitar las emisiones de gases de efecto invernadero. Recientemente se informó que el año 2019 será uno de los años más cálidos desde que se tienen registros confiables (año 1850), con un aumento de temperatura promedio de 1,1 °C (datos de la Organización Meteorológica Mundial) más elevada que la que se tenía en la época preindustrial. A pesar de la urgencia por limitar las emisiones de dióxido de carbono, se estima que este año habrá un incremento de 0,6%, menor que el incremento evidenciado en 2017 y 2018 que fueron 1,5% y 2,1%, respectivamente. No es conformidad que el incremento sea menor, ya que a lo que hay que aspirar es a detener el incremento derivado del uso de combustibles fósiles. El Acuerdo de París, del que el gobierno norteamericano acaba de desacoplarse, fijaba como objetivo no superar 2 °C. El actual escenario de emisiones, si no tiene una fuerte caída en los próximos años, hace estimar que se podría alcanzar, a fines de siglo, un aumento de 3 °C de la temperatura promedio global.
Otras consecuencias es la paulatina acidificación de los océanos, poniendo en riesgo el desarrollo de la biodiversidad marina y la destrucción de corales, verdaderos jardines del mar, la creciente ocurrencia de eventos meteorológicos extremos asociados a olas de calor con elevadas temperaturas en diversas zonas tales como en Alemania, 42,6 °C, Reino Unido, 38,7 °C, zona central de Chile (Santiago 37,4°C, Chillán 41,5°C , Los Ángeles 42,2°C y Curicó (37,3°C). Así también, eventos extremos han producido devastadoras inundaciones no antes registradas, por ejemplo, en EEUU, norte de Canadá y norte de Rusia.
La COP25 no pudo articular un acuerdo en torno al artículo 6 del Acuerdo de París sobre las normas que permitan regular el mercado internacional del carbono. La delegación nacional, por falta de talento y/o capacidad negociadora, desaprovechó la imagen que Chile había estado construyendo como país comprometido con desafíos de protección y mitigación medioambiental (Ejemplo: desarrollo de fuentes alternativas de energía: eólica y solar; áreas marinas protegidas). A pesar de lo señalado, como resultado positivo se puede destacar que los países ricos, durante el próximo año, anuncien las medidas que deberán disponer para reducir los gases de efecto invernadero para el 2030.