Actualmente se desempeña como líder del área IM Technical para el Programa de Transformación Digital en Minería en Anglo American.
Ingresó a Ingeniería en Computación e informática a mediados de los años ’80. En esos tiempos, según relata, era usual imaginar que esa era la especialidad que iba a marcar hacia el futuro, hacia donde se iban a dirigir los tiempos.
Dentro de las líneas de trabajo que ofrecía la carrera, sus habilidades se relacionaron más con la informática, “que tiene que ver con entender los procesos, empatizar con la gente que necesita transformar digitalmente su área y luego, modelar eso para darle una forma hacia el lado de la computación”, explica.
Al contrario de lo que pudiera pensarse por tratarse de un periodo donde no ingresaban muchas mujeres a carreras matemáticas y científicas, junto a ella habían muchas que habían ingresado por tener la idea de que el estudio no sería tan técnico, sino que más bien se relacionaría con algo internacional que apuntaría hacia el futuro. Sin embargo, con el pasar del tiempo, la mayoría fue desertando por la complejidad de la ingeniería misma. “Había que vivir para ser ingeniera, porque era una carrera muy demandante”, señala.
Amira recuerda su paso por la universidad con el orgullo de haber estudiado en la ex Escuela de Artes y Oficios. “Eso tenía un significado y un valor para mí y mis compañeros. Había una mística especial. Ser ingeniera de la Usach te da un sello que es valorado en la industria”. En esos tiempos, según relata, el grupo de estudiantes que se capacitaba en la universidad era la representación de la clase media en Chile, aquella que antes había movido el país con los obreros y técnicos que pasaron por sus aulas. “Había un sentimiento de que éramos como la segunda generación, ya de ingenieros, que se capacitaban para darle otra impronta al país en que vivíamos”.
En cuanto al ámbito laboral, Díaz señala que la Facultad de Ingeniería preparó a un grupo de profesionales muy bien capacitado para las necesidades que tenía el país y la industria en ese momento.
En este sentido, su primera experiencia fue la práctica que realizó en Codelco. A partir de ese punto en adelante, continuó desarrollándose en distintas labores, incluso alrededor del mundo. Su paso por La Disputada de Las Condes y luego Anglo American, le otorgaron la experiencia que hoy la posiciona en la industria minera.
“Yo entré como una analista chica a un puesto súper básico a trabajar y en la medida que fue pasando el tiempo fui desarrollando mi carrera. Pasé de analista a especialista y después a un cargo de asesor, luego gerente, luego pedí volver a la minería, ya súper enfocada en el sistema mineral y técnico. Ha sido súper bonito y gratificante todo el proceso que viví laboralmente. En algunas áreas alcancé lo máximo que podría haber alcanzado como ingeniera informática”, indica.
La ingeniería informática del futuro, para Amira, tendrá una mirada global, entendiendo que las fronteras en el mundo informático no existen. Pero además, la profesional considera que deberá existir una transversalización del ejercicio de la informática a las otras especialidades de la ingeniería, para lograr materializar de mejor forma la transformación digital.
Por: Catalina Aguila V.